martes, 13 de mayo de 2008

Egipto XXIII

Día 17 - 28 de Mayo de 2006

Madrid - Buenos Aires

Cuando el avión despegó en El Cairo me sentía muy triste, como si una parte de mi alma se quedara allí. Solo me pueden entender los que sienten el mismo amor por Egipto. La gente “normal” no entiende que me apasione tanto un país tan lejano, raro para nuestra cultura, con habitantes en su mayoría pobres, con edificos a medio terminar y taxis destartalados…Es que ellos, los que no me entienden, no sienten lo que yo siento: ese cielo azul de Aswan, los maravillosos atardeceres de Luxor, el aire cálido de las noches, el perfume de las flores de los collares, los colores de Jan el Jalili, el aroma de las especias del mercado mezclado con el inconfundible aroma dulzón de las shishas, los indescriptibles y gigantes templos, las maravillosas pinturas en las tumbas de los Nobles, las esculturas y las figuras talladas en los muros que nos cuentan la historia, Abu Simbel con la majestuosidad de Ramsés II y la belleza de Nefertari, la paz al navegar en la faluca solo con el ruido de la barca deslizándose por el Nilo, la sonrisa de los nubios que contrasta con sus blanquísimas chilabas, el inmenso desierto cortado abruptamente por el verde brillante de los sembrados y las palmeras, el grito de los conductores ofreciendo: Calesh Madame? a lo largo de la corniche, el museo del Cairo que me hizo sentir en la época de Howard Carter con las etiquetas escritas a mano describiendo los objetos, el ruido constante de las bocinas que casi parece una melodía, el pueblo egipcio actual con su alegría, sencillez, amabilidad, buen humor y queriendo siempre hacernos sentir bien, el antiguo pueblo egipcio con su esplendor, su magia, su inteligencia superior para dejar para siempre pruebas imborrables y maravillosas de su paso por esta vida, la música egipcia sonando siempre en taxis, supermercados, restaurants y por donde uno camine, los edificios color tierra del Cairo que hacen que parezca una ciudad eternamente en color sepia, el llamado a la oración que me hacía estremecer cada vez que lo escuchaba, el sabor del karkadé frío servido en esos pequeños barcitos con mesas angostas y mantel de plástico, las palabras poéticas y románticas de Walid, el divertido “español” de Alí, el sabor único de las deliciosas comidas egipcias, la enorme emoción de contemplar al fin las pirámides de Giza, Sakkara, Dashur…tan increíbles que mis ojos nunca se cansaban de verlas, Mukhatan, el club Virginia y esos hermosos atardeceres observando a la Madre de todas las ciudades: El Cairo, en fin sería infinito enumerar todo lo que me gusta de Egipto…Amo Egipto, solo se siente…no se puede explicar!

Llegamos a Madrid como a las 6 de la mañana y decidimos ir a visitar el centro ya que teníamos 9 horas hasta nuestro vuelo hacia Buenos Aires. Nos dirijimos hacia migraciones y una “señora” de seguridad se nos acercó a preguntarnos adonde ibamos, le comentamos nuestra idea de ir en subte a pasear por el centro dada la cantidad de horas que teníamos por delante, entonces empezó con un listado de razones para que NO lo hagamos: primero porque no teníamos visa, le respondimos que los Argentinos no necesitamos visa para entrar a España, segundo porque no ibamos hacer a tiempo y perderíamos el vuelo, le respondimos que gracias pero era nuestro problema si lo perdíamos, tercero porque ibamos a tener problemas en Migraciones…no sé por qué y bla bla bla! Que mala onda por el amor de Dios! ya estaba por mandarla a la mierda cuando otra mujer de seguridad se acerca y nos pregunta amablemente de donde eramos, le decimos Argentinas y nos comenta que ella también pero vive allí desde hace unos años y trabaja en el aeropuerto, además nos indica por donde es migraciones y nos refuerza la información sobre como llegar a la Puerta del Sol. Mientras tanto la otra señora española había llamado a un oficial de la Guardia Civil quien para sorpresa de ella dijo que todo estaba en orden y que podíamos pasar. Agradecimos al hombre, saludamos a la señora argentina y nos dirijimos a Migraciones para empezar el rally! Después de 1 hora y media de viajar en subte, trencito y bus llegamos a la Estación Puerta del Sol. Recorrimos la calle de Alcalá y después la Gran Vía, estábamos cansadísimas asi que decidimos ir a desayunar, pero estaban todos los bares cerrados, solo encontramos uno que estaba repleto, aparentemente era uno donde iban los que venían de una noche de joda, pero estaba bien, pedimos café con leche con una especie de medialuna. Después de un rato nos fuimos porque queríamos llegar con tranquilidad a Barajas, pero antes la llamamos a Fernanda desde un teléfono público donde pusimos 1 euro, en Buenos Aires eran las 3 de la mañana pero ella se estaba bañando! Hablamos un montón porque el crédito no se terminaba mas! Nos despedimos hasta muy pronto ya que estábamos volviendo. En Barajas fuimos al free shop por supuesto y seguimos gastando plata, compramos perfumes, azafrán, imanes para heladera, aceitunas, castañas de cajú, galletitas y varias cosas mas.Después ya fuimos a sentarnos en la puerta donde debíamos embarcar y le saqué una foto al cartel que decía Buenos Aires, igual al que le había sacado que decía El Cairo. Subimos puntuales al avión y por fin emprendimos el regreso a mi querida Argentina que ya a esa altura la estaba extrañando bastante.Aunque viajamos durante el día el vuelo fue muy bueno y tranquilo, comimos, vimos pelis, dormimos, escribí el diario de viaje, leí, etc.Finalmente el comandante anunció que en 15 min aterrizaríamos en el aeropuerto de Ezeiza, y por la ventanilla ya se veían las luces de mi Buenos Aires querido brillando en una noche oscura. Llegamos como a las diez y media de la noche y nos estaba esperando mi cuñado y mis sobrinos, y camino a casa agradecí a Dios por permitirme cumplir mi sueño y volver a mi casa a encontrarme con mi otro amor: mi hija Abril. Así finalizó mi primer viaje a Egipto, algún día no muy lejano volveré… eso me lo prometí a mí misma.

Eugypt

No hay comentarios.: