domingo, 2 de septiembre de 2007

Egipto XI

Día 7 - 18 de Mayo de 2006
2da Parte: Hotel Lotus - Templos de Karnak y Luxor
Después de estar un largo rato en el Templo de Medinet Habu nos fuimos rumbo a la camioneta para que ahora sí nos dejen en el Hotel Lotus de Luxor. Teníamos un poco de miedo de cómo iba ser el hotel, Hussein nos había dado el nombre pero no lo habíamos encontrado en Internet, pero bueno, nos conformaba que sea limpio y más o menos decente.
Llegamos al centro de Luxor y tomamos por la calle que está detrás de los grandes hoteles, que en realidad es la Corniche lo que pasa es que ahí no se ve el río porque los hoteles se adueñaron de la vista, por fín llegamos y con Ale nos quedamos con a boca abierta! Era un hotel precioso, nuevo, muy bien decorado y muy luminoso.
Rabía nos acompañó hasta la recepción y nos dijo que a las 3 nos pasaba a buscar para la siguiente excursión.
Nos dieron una habitación en el 4 piso muy linda, amplia, con dos camas y hasta un balcón con vista a la pileta y jardines del hotel y por supuesto vista al Nilo.


Nos acomodamos en la habitación del Lotus y mientras Ale se fue a buscar un lugar donde cambiar plata, yo me quedé ordenando algunas cosas.
Bajé y salí a la avenida donde daba la parte trasera del hotel, la busqué a Ale y justo estaba saliendo de un “mini” banco donde ya había cambiado plata, me dijo que iba hacer una llamada desde el teléfono público que estaba en la esquina mientras yo cambiaba en el mismo banco algo de plata.
Ale consiguió hacer la llamada y después decidimos ir a almorzar, vimos que a la vuelta de nuestro hotel como en un callejón había un pequeño restaurant y allí fuimos. Se llamaba “Ritz”, dentro era muy agradable, con aire acondicionado, tranquilo y con una música suave en el ambiente.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y pedimos de comer, Ale unos fideos a la bolognesa y yo un sandwich caliente de pollo, y de tomar jugo de mango para Ale y karkadé para mí.
Terminamos de comer y fuimos caminando por esa avenida mirando los negocios que había sobre ella, el calor era terrible! pero no nos importaba, estábamos felices…
Llegamos a una joyería muy chiquita donde nos quedamos viendo la vidriera, había cosas muy lindas, encima vemos un cartelito que decía “No regateo” en inglés, con eso nos decidimos y entramos.
Había una pareja que estaba eligiendo un anillo o algo así, esperamos un rato hasta que se fueron y allí nos atendió el dueño, un señor de unos 60 años muy amable y que hablaba algo de español.
Nos dio total libertad para mirar lo que quisieramos, preguntarle precios, probarnos anillos, colgantes, etc. Yo me decidí por un colgante que es un ojo de Horus en oro con una pequeña piedrita de turquesa en el centro.

Y Ale compró un anillo de plata que es un anj para su hija. Quizás los precios no eran los más económicos, pero valía la pena lo agradable que era estar tranquilas y sin tener que regatear! El señor muy amable nos regaló unos señaladores de papiro por nuestra compra.
Volvimos al Lotus, dejamos las cosas y bajamos a encontrarnos con Rabía que ya nos estaba esperando para la siguiente excursión: Templo de Karnak y Templo de Luxor.
Subimos a la camioneta y marchamos rumbo a los templos. En el camino Rabía nos iba contando acerca del templo de Karnak, lo que ibamos a encontrar allí, que se construyó siguiendo la tradición de entonces: de adentro hacia fuera, o sea siempre lo que está en el centro es lo más antiguo y lo que está en la periferia lo más moderno.
Llegamos a Karnak, bajamos de la camioneta y fuimos caminando hacia la entrada del templo, compramos los tickets y entramos, allí estaba Ramsés esperandonós…


Rabía nos contó que el conjunto consta de tres centros separados, el más grande, que está en el centro y ocupa una extensión de unas 30 hectáreas es el santuario de Amón, a su izquierda el santuario de Montu, el dios de la guerra, es un cuadrilátero de unas dos hectáreas y media. Al otro lado está el santuario dedicado a la diosa Mut, esposa de Amón, representada simbólicamente por un buitre.
Llegamos a la sala hipóstila: que maravilla! Uno se la puede imaginar de mil maneras pero ver esas columnas gigantescas formando casi un bosque es inexplicable, su tamaño es impresionante. Esta sala mide 102 metros de ancho, 53 metros de profundidad y posee 134 columnas de 23 metros de altura cuya decoración revela el nombre de las divinidades a las que la figura del faraón consagraba ofrendas. Los capiteles en forma de papiros abiertos tienen en la cumbre una circunferencia de casi 15 metros y podrían dar cabida a unas 50 personas.


Después vimos los obeliscos de Tutmosis III y de Hatchepsut, del que solo queda uno en pie.


Sobrepasado el sexto pilono, se llega a la capilla construida por Filipo Arrideo, hermanastro de Alejandro Magno, y se penetra en el gran patio que se remonta al Imperio Medio, delimitado al este por el Akhmenu, edificio construido por Tutmosis III en el que, además de la famosa «Sala de las fiestas» se encuentra el llamado «Jardín botánico». Este último está constituido por un conjunto de salas decoradas sobre todo con representaciones de plantas y de animales de procedencia exótica (principalmente de Siria y de Palestina, donde el faraón había emprendido numerosas campañas militares), o bien de características extraordinarias. Vimos en uno de estos grabados una gacela preciosa que hasta se le notaban las pezuñas, le comentamos esto a Rabía y no conocía esa palabra, asi que pidió que se la repitieramos para aprenderla.
Después de este primer recorrido fuimos a tomar algo fresco en un improvisado bar que está dentro mismo del Templo. Ale y yo pedimos gaseosas y Rabía una especie de té con menta caliente!!! Pero según nos dijo él, y después lo comprobamos, eso le quitaba la sed y el calor. Mientras estábamos allí sentados vino mucha gente, sobretodo muchísimos turistas rusos, llamaban la atención por su blancura, sus ojos claros y sus cabellos rubios. Rabía nos dijo que era muy común ahora, después de la disolución de la URSS, los rusos visiten Egipto. Nos contó que también iban muchos polacos pero el problema es que no había guías que hablen polaco, por lo que él desde hacía unos meses estaba estudiando ese idioma, o sea que sabía árabe, inglés, español, alemán, francés, y ahora polaco!
Seguimos recorriendo y llegamos al lago sagrado de 120 metros de largo en el que, según escribe Herodoto, los sacerdotes cumplían los ritos nocturnos.
En el ángulo noroeste del lago sagrado se encuentra el escarabajo gigante, que simboliza el renacimiento del sol tras su victoria sobre las tinieblas. Nosotras solo dimos una vuelta alrededor de él por las dudas, ja ja!
El último faraón que llevó a cabo importantes trabajos fue Nectánebo I, en la época de la XXX Dinastía: a él se deben el enorme pilono y la avenida de esfinges con la cabeza de carnero que antiguamente conectaban este templo con el de Luxor.

Aunque nos quedaban cosas por ver, decidimos irnos hacia el Templo de Luxor, el calor era terrible y estábamos muy cansadas.
El templo de Luxor queda hacia el sur desde Karnak y está ubicado en el centro de la ciudad frente al Nilo. Se debe fundamentalmente a la obra de 2 faraones, grandes constructores, Amenhotep III y Ramsés II. El primero construyó la parte interior y Ramsés II el recinto exterior.


Nos dedicamos a recorrer con tranquilidad el templo y escuchar las explicaciones de Rabía. El templo consta de un gran patio, la sala hipóstila, el vestíbulo, y el santuario, aunque posteriores construcciones de Ramsés II (un patio que pasó a ser el primero del templo, la fachada, los colosos y los obeliscos) modificaron el aspecto final que hoy puede apreciarse. La longitud total del templo es de 260 metros y estaba dedicado a Amón, que en concreto en Luxor tomaba la forma de Min bajo la denominación de Amón-Min. La función principal del templo de Luxor era la procesión que una vez al año, durante la celebración del Año Nuevo, se celebraba y en la que la imagen de Amón salía de su recinto de Karnak para, a través de la avenida de las esfinges, visitar el templo de Luxor. El pilono construido por Ramsés II relata la batalla de Qadesh, librada por el faraón contra los hititas. Representa la entrada al templo. En la decoración se incluye el poema de Pentaur que glorifica el valor del faraón en la batalla.
Frente a este pilono se encontraban 2 obeliscos, de los cuales uno fue trasladado a la plaza de la Concordia en París en el año 1836, como regalo de Mohamed Alí. El otro, de unos 25 metros de altura aún podemos admirarlo allí. El obelisco está decorado con una escena en la que aparece Ramsés II adorando a Amón, y 3 franjas de jeroglíficos en las que se describe el protocolo real junto a una fórmula de alabanza a las construcciones y victorias del faraón y la duración de su reinado. En la entrada están las famosas estatuas sedentes de Ramsés II decoradas con imágenes de prisioneros que representan los 9 pueblos conquistados por Egipto. La reina Nefertari aparece a cada lado del trono. Las estatuas son de granito gris con una altura de 15.6 metros. Originalmente existían 4 estatuas mas, realizadas en granito rosa de las que actualmente sólo queda una que representa a Meritamón, la hija de Ramsés II.


Después de recorrer todo el templo decidimos volver al hotel, quedamos con Rabía que nos pasaba a buscar al otro día a las 7:15 de la mañana para seguir con las excursiones.
Fuimos a la habitación para bañarnos y cambiarnos y prepararnos para salir a cenar. Cuando estábamos en el cuarto fui a enchufar el cargador de la máquina de fotos, con tanta mala suerte que el enchufe no coincidía con los que había allí, probamos todos los adaptadores que había llevado Ale y ninguno iba. Finalmente me resigné y decidí que iba comprar pilas nuevas o de alguna otra forma lo iba resolver.

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