domingo, 26 de agosto de 2007

Egipto X

Día 7 – 18 de Mayo de 2006
Qurna – Deir el Medina
Nos despertamos muy temprano con el timbre del teléfono, habíamos pedido la noche anterior que nos despierten a las 6:30. Terminamos de arreglar las cosas y subimos a desayunar, el día era espectacular con un cielo celeste y como siempre la belleza del Nilo resplandecía.
Luego bajamos a nuestro cuarto y ya con los bolsos subimos a la recepción a esperar a nuestro guía. Esta vez sí era un hombre ja! su nombre es Rabía y es un muy buen guía, a pesar de no ser egiptólogo sabe muchísimo acerca del antiguo Egipto y de historia en general, nos sorprendió que conociera a San Martín, que supiera quien era el presidente actual de Argentina, de Bolivia, Brasil, etc. Además de tener mucha cultura resultó ser muy buena persona, humilde y amable.
Rabía nos propuso que en vez de ir al hotel a instalarnos y después a la primera excursión, que vayamos primero a la excursión así aprovechamos mejor el tiempo. Decidimos ir primero a la orilla oeste con este recorrido: Al Qurna, tumba de los Nobles, Deir el Bahari y Templo de Medinet Habu.
Ibamos en una combi con el chofer, Rabía y nosotras dos solamente, un placer! Cruzamos el Nilo y la otra orilla me pareció maravillosa, llena de tierras sembradas con diferentes tonos de verde contrastando con el desierto hacían un paisaje increíble.
Llegamos a Qurna que es un pueblito como de otra época al pie de la montaña del mismo nombre (que significa “cuerno” porque dicen que la montaña tiene esa forma), subimos a pie y en una de las casas había un burrito bebé con su mamá, que lindo!!! pero no nos acercamos porque Rabía seguía caminando y no paraba.
Las casas son muy coloridas y están pintadas con motivos egipcios o con el típico barco o avión que significa que sus dueños viajaron a La Meca.

Llegamos a las tumbas y primero visitamos la de Kasekemui, el cuidador de la entrada iluminaba la parte que nos iba señalando Rabía con un pedazo de metal (simulando un espejo) que reflejaba la luz del sol y así vimos sin problemas las pinturas dentro de la tumba, que representaban los distintos trabajos de los antiguos egipcios, desde trabajar la tierra hasta la alfarería y los distintos pasos de cada uno.
En la otra cámara ya representaban al dueño de la tumba con su esposa y con distintos Dioses.

Cuando caminamos hacia la otra tumba, que estaba más arriba en la montaña, Rabía saludó a dos hombres que estaban sentados bajo un toldo unos metros antes de la entrada de la tumba, vestidos con galabeyas y con turbantes.


La otra tumba que visitamos fue la de Sennefer, que me encantó! pero a diferencia de la otra, para ingresar a ésta debíamos bajar una escalera bastante empinada hasta llegar a una primer sala cuyo techo estaba todo pintado como una parra, aprovechando las irregularidades de la roca y en las paredes se veía a Sennefer haciendo ofrendas a los distintos Dioses. En la sala contigua, más grande y con cuatro columnas en el centro, estaba representado Sennefer con su esposa con distintas vestimentas, joyas, peinados y posiciones, haciendo ofrendas, siendo purificados por un sacerdote, etc. Ahí el cuidador nos dejó sacar fotos, a cambio de “bakshish” por supuesto!

Igualmente todas mis fotos las tomé sin flash aunque las paredes estaban protegidas con paneles de vidrio.
A la salida estaban nuevamente los dos hombres y Rabía se pone a hablar con uno de ellos que usaba anteojos y tenía un ojo tapado por una venda. En un momento Rabía nos dice que este señor nos quiere mostrar algo y saca una caja en forma de auto…jeje!!! La abre y había un montón de estatuillas aparentemente muy antiguas, yo lo que primero ví y me encantó es un “Ba” o sea el pájaro con cabeza humana, a Ale le gustó una cabeza típica amarniense, un anubis y un gatito, entonces le preguntamos cuanto era todo eso y nos empezó a decir que su familia había estado en esa zona desde siempre, que esas eran cosas que había heredado de sus tatarabuelos, etc, etc! Nos quería vender esas cuatro cositas por 300 libras creo, le dijimos que no, que no teníamos tanta plata, después de pelear un poco, nos bajó el precio a 120 y además le pedimos que nos regale algo, entonces sacó otra caja del bolsillo de su chilaba y esa también estaba llena de cositas, yo me quedé con un ushabti que me encantó y Ale con otro un poco más grande.


Contentas nos fuimos con nuestros “tesoros”, no sabemos si son verdaderos, falsos o que, pero para nosotros tienen un valor inmenso por las circunstancias y el lugar donde los compramos!
Fuimos hasta la camioneta y nos fuimos hacia la ciudad de los artesanos. Cuando ibamos hacia Deir el Medina pasamos por los Colosos de Memnom, y seguimos de largo!!! Casi nos agarra un ataque con Ale, pero Rabía nos tranquilizó y nos dijo que al día siguiente haríamos la parada correspondiente en los colosos de Amenhotep III, cuando hagamos la excursión al Valle de los Reyes.
Llegamos a Deir el Medina, bajamos de la camioneta y el calor era terrible! Y recién eran las 9:30 de la mañana. Allí estaba, los restos de la ciudad de los artesanos, con sus ladrillos de adobe, sus callejuelas muy angostitas y sus casitas una junto a la otra. Y yo me decía a mi misma: acá es donde vivió Nefer el silencioso, su esposa la mujer sabia y Paneb el ardiente, ja! Cristian Jacq había descripto perfectamente esa aldea en su cuatrilogía “El lugar de verdad”.

Allí visitamos dos tumbas de artesanos que se las construían en los alrededores de su aldea. Eran muy pequeñas (comparadas con la de los nobles) pero con unas pinturas muy bonitas.
Cuando salimos de las tumbas, Rabía nos estaba esperando bajo un techo a la sombra, allí nos sentamos un rato mientras él nos explicaba acerca de este pueblo y la vida en él. Después recorrimos la aldea toda por su alrededor, sacamos algunas fotos y volvimos a la camioneta para seguir con nuestro tour.
En el camino Rabía nos mostró el Ramesseum, que quedará pendiente para nuestro próximo viaje.
Llegamos al Templo de Medinet Habu, que fue mandado a construir por Ramsés III.
Desde que lo conocí es mi templo preferido, tiene unos grabados con una técnica única y los colores de las pinturas se conservan en muchas partes.


En la entrada hay un estatua sedente de Sejmet y más allá ua especie de pilono pero con características especiales ya que según nos dijo Rabía, el faraón había querido copiar la arquitectura de algunos edificios sirios.
Entrando, hacia la derecha hay un pequeño templo que mandó a construir Hatchepsut, pero como la mayoría de los edificios construídos por ella, este también había sido usurpado por Tutmosis III, aunque aún se la veía a la Faraón representada en varias partes.
En el patio hay una serie de colosos de Ramsés III a modo de columnas y las galerías están todas decoradas y pintadas con escenas del Faraón en la guerra, y haciendo ofrendas a los Dioses.
Estábamos casi solos en el templo y había una paz increíble, Rabía nos contó que los pajaritos están arruinando las paredes del templo porque hacen nidos en los agujeros que forman los jeroglíficos.

Nos sacamos fotos y recorrimos todo el templo caminando muy despacio, observando en detalle los grabados de las paredes y las columnas.

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